En el año 79 d.C., miles de vidas se vieron interrumpidas cuando la erupción del Vesubio enterró la ciudad de Pompeya bajo 7 metros de cenizas y escombros. Más de 2,000 personas fallecieron en el desastre, muchas dentro de sus casas. Ahora, por primera vez, los investigadores han podido secuenciar completamente el ADN de una víctima. Gracias a su trabajo, tendremos aún más información sobre las personas que vivían en esta ciudad.
Un estudio publicado en Nature detalla cómo el equipo buscó analizar el ADN de dos personas cuyos restos fueron encontrados en la Casa del Fabbro, que fue excavada en 1914. Los cuerpos pertenecían a un hombre de entre 30 y 40 años y una mujer de 50 años. Fueron descubiertos acostados en su comedor, o triclinio, sobre los restos de un camastro. Lo más probable es que estuvieran disfrutando de una comida tranquila cuando ocurrió el desastre. De hecho, los autores del estudio afirman que “más de la mitad de los individuos encontrados en Pompeya murieron dentro de sus casas, lo que indica un desconocimiento colectivo de la posibilidad de una erupción volcánica o que el riesgo fue minimizado debido a que los temblores de tierra eran relativamente comunes en la región”.
Extrayendo ADN del hueso petroso en la base de los cráneos, pudieron descubrir el sexo, la edad y la altura de las víctimas. El hombre medía alrededor de 1.62 m, mientras que la mujer medía alrededor de 1.50 m. Aunque no se pudo obtener información completa del ADN de la mujer debido a lagunas en las secuencias, pudieron secuenciar el genoma completo del hombre. Antes de esto, solo se habían secuenciado cadenas cortas de ADN mitocondrial de restos humanos y animales de Pompeya.
Entonces, ¿qué fue lo que encontraron? Primero, vieron que su genética era similar a la de los individuos modernos que vivían en el centro de Italia, así como a los que vivieron durante la era imperial romana. Curiosamente, también notaron un grupo de genes comunes a las personas que vivían en Cerdeña, aunque no estaban presentes en los que vivían en la Italia continental en ese momento. Esto sugiere que puede haber más diversidad genética en la península italiana de lo que se pensaba originalmente. Sus hallazgos también señalaron que el hombre también padecía tuberculosis espinal, una dolencia común en ese momento.
Esta información es útil para armar el rompecabezas de la vida en Italia durante el Imperio romano. Todo esto les da a los investigadores la esperanza de que haya aún más ADN que podría examinarse. La ceniza volcánica que enterró a Pompeya es bastante útil para proteger el ADN frágil de su principal enemigo, el oxígeno, por lo que es posible que se pueda realizar la secuenciación más completa de otras víctimas en un futuro cercano.
Para el equipo, la oportunidad de trabajar en un sitio tan histórico fue todo un honor. “Participar en un estudio como este fue un gran privilegio. Pompeya es un contexto único en todos los puntos de vista. El antropológico permite estudiar una comunidad humana involucrada en un desastre natural”, dijo Gabriele Scorrano, profesor asistente de geogenética en la Universidad de Copenhague y autor principal del estudio.
“Pompeya es uno de los sitios arqueológicos más singulares y notables del planeta, y es una de las razones por las que sabemos tanto sobre el mundo clásico. Poder trabajar y contribuir al conocimiento sobre este lugar único es increíble”.
h/t: [Smithsonian]
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