El fotógrafo Albert Dros plasma la majestuosa belleza de los caballos blancos salvajes en una serie de imágenes titulada The White Angels of Camargue (“Los ángeles blancos de Camarga”). El nombre hace referencia tanto a la raza de caballos Camargue como a la región de Camarga, de la cual son endémicas estas criaturas. Los Camargue son considerados una de las razas más antiguas del mundo, y hoy en día viven en estado semisalvaje en los pantanos de la zona.
Dros conoce estos caballos desde hace muchos años. “De hecho, visité el lugar porque mi amigo y gran fotógrafo Daniel Kordan ha estado organizando recorridos allí durante mucho tiempo”, explica a My Modern Met. “[Daniel] me preguntó si podía ir en su lugar, así que lo hice”. Dros y un grupo de fotógrafos pasaron cinco días tomando retratos de las criaturas y las personas que las cuidan, conocidas como guardianes.
“Fue genial verlos finalmente en persona y conocer a los guardianes”, continúa Dros. “Los guardianes tienen una conexión especial con estos caballos. Los caballos se portan muy bien y es hermoso ver su conexión con los guardianes. Son muy tranquilos y amables”.
Las fotos de Dros presentan tomas de acción de los caballos junto con momentos más tranquilos con sus protectores. Para lograr esta diversidad de imágenes, dio algunas indicaciones a los cuidadores de los caballos. “Me comuniqué con los guardianes durante nuestra sesión de fotos y les pedí que corrieran por el agua con el sol detrás”, comparte, “y [nosotros] probamos diferentes tipos de composiciones. También fotografié a los caballos y guardianes en su hábitat natural en diferentes locaciones”.
The White Angels of Camargue es una excelente combinación de hermosos paisajes y la magnífica belleza de los caballos. Gracias a la experiencia de Dros, los dos se complementan y te permiten admirar tanto la flora como la fauna. “Estoy muy contento con la serie”, dice. “Traté de implementar un poco de todo: retratos de los caballos, parados, corriendo, etc. Pero también sus hermosos primeros planos. Eso, junto con ellos en acción: corriendo por el agua y la arena con salpicaduras de agua y polvo. Aquí es donde realmente puedes ver el movimiento”.
A pesar de todo el brillo de la serie, hay una elemento que no ves en las fotos pero que definitivamente está ahí: los mosquitos. “Especialmente en los pantanos y bosques, había miles de ellos”, recuerda Dros. “Ningún aerosol me funcionó, y parecían realmente amar mi sangre. Después de la primera noche de fotografiar, ya tenía más de 50 picaduras. Afortunadamente, no tenía mucha comezón y pude ignorarlas. ¡Porque las tomas y la experiencia valieron la pena!”.